“Fui demandada por millones por mi abusador… Y creé una red social para ayudar a otras víctimas”

Olivia DeRamus estudiaba en la Universidad de California (Estados Unidos) cuando fue agredida sexualmente. Tenía 19 años.

Por si la agresión no fuera suficiente, su situación empeoró cuando descubrió que no podía hablar sobre lo que le había ocurrido.

«Fui agredida sexualmente. Y mi historia no termina ahí», afirmó DeRamus.

Tras denunciar lo ocurrido, la universidad inició una investigación y tomó medidas contra el presunto autor.

La joven optó por no acudir a la policía para evitar más traumas. Sin embargo, esto no evitó que terminara atrapada en una batalla legal que duró años.

En EE.UU., si alguien te demanda, incluso aunque ganes necesitas dinero para pagar los honorarios de los abogados que te defendieron.

La mujer cree que la presión financiera se utilizó para intentar que se retractara, ya que su demandante negó la agresión.

Y como suele ocurrir en estos tipos de procesos, descubrió que mientras se desarrollaba la batalla judicial, no podía hablar de su caso, para evitar que sus comentarios fueran utilizados en su contra en el tribunal.

DeRamus sintió que necesitaba desesperadamente un espacio seguro para discutir lo que estaba sucediendo, pero no pudo encontrar uno.

Entonces, cuando el proceso llegó a su fin, decidió crear una nueva red social para brindar a las personas en circunstancias difíciles un lugar donde puedan ser escuchadas.

Fundó Communia, que, según ella, es la primera red social de su tipo que aborda la «salud social», ofreciendo funciones como un diario, seguimiento del estado de ánimo, apoyo comunitario y otros recursos.

«Puedes conectarte contigo mismo tanto como con los demás», dijo.

La aplicación, dirigida a mujeres y personas no binarias, fue diseñada «al estilo Twitter», pero se puede utilizar de forma anónima, ya sea por motivos legales o simplemente para mantener la privacidad.

DeRamus sufrió una agresión física, pero las víctimas de abusos en línea (según la organización benéfica Refuge, esto representa una de cada tres mujeres en Reino Unido) también han acogido a Communia como un lugar seguro para expresarse.

Una de ellas es Suswati Basu, presentadora de podcasts y experiodista. Basu aseguró que sus cuentas en línea estuvieron «inundadas» de comentarios homofóbicos, racistas y sexistas después de haber reaccionado a una publicación en X, antes Twitter, sobre el trato a los solicitantes de asilo.

La mujer afirmó que otras plataformas la hacen «vulnerable».

Para abordar problemas como este, Communia cuenta con moderadores humanos.

También verifican a todos los miembros por correo electrónico y, si quieren hablar sobre ciertos temas como sexo o el movimiento #MeToo, los usuarios deben ser verificados mediante una identificación con fotografía, una estrategia mucho más práctica que en otras plataformas de redes sociales.

«Cuando se lo conté a la gente de la industria, pensaron que estaba loca«, explicó DeRamus. Pero ella insiste en que se puede hacer, incluso a gran escala Y para los usuarios de Communia, estas características de seguridad son una gran parte del atractivo.

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