En un contexto global en el que se superponen varias crisis, son fundamentales la digitalización, la innovación y una infraestructura de internet segura y resiliente, escribe el vicepresidente de Infraestructura del Banco Mundial
En períodos de crisis, las tecnologías digitales brindan un salvavidas que mantiene en funcionamiento a las personas, comunidades y empresas. Durante las crisis –desde las causadas por la pandemia de la covid-19 hasta aquellas que sobrevienen a raíz de conflictos violentos y desastres naturales– estar conectados nos ha permitido seguir trabajando, aprendiendo y comunicándonos.
La forma en que los responsables políticos han respondido a estas emergencias ha desempeñado un papel importante. En particular, como muestra un nuevo documento de estudio del Comité de Desarrollo del Grupo del Banco Mundial, las regulaciones más ágiles han acelerado la digitalización y ha dado rienda suelta a la innovación. En el actual contexto mundial en el cual se superponen varias crisis, esto debe convertirse en la norma. Una infraestructura de internet segura y con resiliencia es una necesidad fundamental.
Durante la pandemia, a medida que más y más partes de nuestras vidas empezaron a desarrollarse en línea, el uso de internet se disparó en todo el mundo. En el año 2020, 800 millones de personas se conectaron a internet por primera vez y 58 países de ingresos bajos y medios utilizaron pagos digitales para brindar ayuda por la pandemia de covid-19. Con el propósito de gestionar este aumento, los gobiernos y los organismos reguladores de más de 80 países se apresuraron a cambiar las regulaciones, incluidas las que rigen la asignación del espectro radioeléctrico, las ondas electromagnéticas utilizadas para las comunicaciones inalámbricas. En Ghana, los reguladores asignaron un espectro radioeléctrico temporal a las redes con mayor demanda, y se concedió permiso a todos los proveedores de servicios móviles para que amplíen su cobertura. El resultado fue un servicio de mejor calidad para más de 30 millones de abonados de telefonía móvil, que les permite ir a trabajar, aprender en línea y acceder a servicios esenciales.
Las regulaciones ágiles también han contribuido a que las tecnologías digitales ofrezcan un apoyo fundamental a las personas que se encuentran en situaciones conflictivas y frágiles. En Ucrania, la presencia de una sólida conexión a internet a través de enlaces satelitales –incluso cuando la infraestructura terrestre está siendo atacada– ha permitido al Gobierno comunicarse con sus ciudadanos en tiempo real. Al comienzo de la guerra, se vaticinaba que los bombardeos y los ciberataques derribarían la Red, pero las innovaciones, como por ejemplo las conexiones satelitales, han mantenido al país conectado. De igual forma en este caso, el Gobierno ucranio actuó rápidamente a fin de agilizar permisos y adaptar regulaciones.
Pero un salvavidas digital solo es eficaz si se encuentra protegido de ataques cibernéticos, esto es algo que Ucrania sabe bien. Durante muchos años, el país ha sido un campo de prueba para ataques contra infraestructuras. Los piratas informáticos llevaron a cabo oleadas de ataques que afectaron a los centros de distribución, los centros de llamadas y la red eléctrica.
Y esto no ocurre solo en Ucrania. Todos los países son vulnerables a estas incursiones. El año pasado, Estados Unidos fue víctima de ciberataques que derribaron su mayor oleoducto de combustible, lo que hizo que muchos ciudadanos tuvieran que esperar en largas filas para llenar sus tanques de gasolina. Y en África, los usuarios de Kenia soportaron más de 14 millones de incidentes de infecciones informáticas en 2020.
Al igual que los ciberataques, la naturaleza puede provocar daños en la infraestructura de comunicaciones que exigen una reacción ágil. Una erupción volcánica en enero de este año envió a la nación insular de Tonga a la oscuridad digital. La erupción cortó el único cable submarino de telecomunicaciones y sumió al país en 38 días de aislamiento de internet y de gran parte del mundo exterior. Esta crisis ha suscitado debates sobre cómo fortalecer la red y los sistemas de respuesta a emergencias, para que los ciudadanos no vuelvan a correr el riesgo de verse incomunicados.
Con el propósito de mitigar estas vulnerabilidades, dar rienda suelta a la digitalización debe constituirse en una acción de alta prioridad, incluso durante períodos de relativa calma. Las tecnologías potencialmente transformadoras, que son a su vez tecnologías de rápida evolución, requieren que los responsables de la formulación de políticas promuevan el financiamiento, las regulaciones y las instituciones que faciliten poner a prueba nuevas ideas en la vida real. Algunos países empiezan a lograr avances. Kazajistán está utilizando regulaciones ágiles para digitalizar, descentralizar y descarbonizar sus operaciones energéticas que revisten vital importancia.
Liberar el potencial de la digitalización para las masas a través de regulaciones bien orientadas también puede ayudar a cerrar la brecha digital y mejorar el bienestar de las personas. Investigaciones recientes han demostrado que la disponibilidad de un acceso a internet más barato aumenta el empleo en los hogares de bajos ingresos.